DESCUBRIENDO TRAZOS DE SICILIA

  Siempre he sentido curiosidad por Sicilia, la isla más grande de Italia y una de las más importantes de Europa, me llamaba la atención su forma triangular tan particular, también escuchar o leer sobre historias fantásticas, tremendos combates navales, defensas de puertos y ciudades, la intermitente ocupación del territorio a lo largo de los siglos por fuerzas poderosas. Épocas remotas, cuentos extraordinarios y tiempos pintados con leyendas. Imperios, reyes, emprendimientos colonizadores, la lucha por el poderío comercial, su conexión con las cruzadas y el mediterráneo.

 Una isla que pertenece, que forma parte de Italia y sin embargo,  tan distinta a ella.  

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  Por lo general, Sicilia, se encontraba fuera de la ruta convencional que debía hacer por Italia coordinando grupos, hasta que finalmente, una de las tantas propuestas presentadas a la empresa Wella de cosmética capilar, incluyó un recorrido por la isla, lo cual me permitió conocerla personalmente y gracias a esa oportunidad,  pude conocer algunos rasgos, parte de sus bondades, quedé fascinado y comprometido con su encanto. A partir de ese encuentro, de aquel descubrimiento y confirmación, no dejo de recomendar una visita prolongada por la isla a cualquiera.

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  Habíamos llegado a Roma hacia el final del verano, el clima era estupendo, templado y cuando el congreso internacional finalizó, el viaje continuó hacia Nápoles donde embarcaríamos en una nave de la compañía Tirrenia, al llegar al puerto, inmenso y desconcertante, hicimos los trámites para embarcar, subimos al buque, acomodamos el equipaje en los camarotes y salimos a cubierta para ver la salida. La nave blanca zarpó en horario, justo a la hora señalada, 20.15, cuando el sol aún iluminaba y caía con tonos ambarinos y naranjas sobre el Castel Nuovo, aquello era  un panorama espectacular, una fotografía selecta, la nave se adentró lentamente en la bahía, al mismo tiempo que se alejaba de la costa, permitiendo ver, en toda su dimensión, la belleza y magnitud de aquella enigmática ciudad.  

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.  La travesía fue excelente, cenamos a bordo y nos quedamos charlando, escuchando música y bebiendo un spumante bien frizzante en el bar de popa. Bien temprano en la mañana, la nave atracó en Palermo, allí todo resultó mucho más rápido, en cuanto bajamos, tomamos un taxi y llegamos hasta el hotel que quedaba muy muy cerca, puesto que la zona del puerto está pegada al centro, el costo del taxi fue irrisorio y el servicio, más que satisfactorio. El hotel estaba completo, así que las habitaciones, recién estarían listas para ocupar después de las dos o tres de la tarde por lo que dejamos los equipajes en custodia y nos fuimos a dar una vuelta de reconocimiento.  Bellísima ciudad Palermo, con avenidas amplias y callecitas estrechas con sabor y perfume marino, el Palacio de los Normandos, el Mercado, el imponente Teatro Massimo de estilo neoclásico y la espléndida catedral dedicada a la Asunción de la Virgen María , una auténtica joya de la arquitectura, del cruce de estilos. Un edificio de gran porte iniciado en el año 1184 por orden del Obispo de Palermo,  Gualtiero Offamilio,  para competir en grandeza y belleza con la Catedral de Monreale. El Duomo, se  levanta sobre el lugar donde anteriormente se encontraba, la antigua iglesia bizantina y otros lugares de culto Fenicios, Romanos y Árabes.

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Las noches y los días que pasamos en Palermo fueron hermosos pero la meta era otra, llegar hasta Taormina, una  antiquísima ciudad erigida sobre el monte Taurus fundada por Griegos 700 años antes de Cristo, una maravilla tanto por su casco histórico, como así también por su ubicación y el esplendor de su paisaje. Atravesamos toda la isla hasta llegar a Naxos, aquel camino interno fue un recreo para los ojos, una renovación para el espíritu, el verdor de los prados sobre las colinas, la armonía del camino con la naturaleza, los pequeños rebaños de ovejas pastando mansamente, la imponente imagen del Etna en él fondo de la perspectiva,  no se me olvidarán jamás.  Giardini Naxos era el sitio donde se encontraba nuestro hotel, una opción cercana, agradable y accesible, más cuando Taormina está al límite de su capacidad y el precio de los alojamientos estan por las nubes. Desde aquel  punto costero, podríamos trasladarnos con facilidad hasta la base de la bahía, justo frente a Isola Bella, un capricho, un romance cómplice entre las rocas  y el mar. Desde allí, a pasos de la plaza y por unos pocos euros, ascender con el teleférico (Funivia) de Mazzaró,  hasta la parte alta, hasta la mismísima Taormina, un recorrido muy recomendable. Recuerdo haber cenado en el descanso de una escalinata curva y compensada, apenas si entrábamos, pero no importaba nada, la comida era sabrosa, el vino frutado y fresco, la guitarra que sonaba en la ventana esparciendo suaves melodías,  la panorámica de una terraza lejana llena de encantos y secretos.

Años más tarde regresaría a Sicilia y cumpliría el sueño de conocer Siracusa, Ragusa, Módica y Agrigento pero ese recorrido, será para detallarlo por separado. Cada una de esas ciudades merece su tiempo y dedicación, como así también el misterio y origen del símbolo de la isla, la Trinacria.

Alejandro Maruzzi