Alejando Maruzzi, enviado especial ItM.

Recorre Italia y Francia y nos cuenta la realidad del día a día en pleno rebrote de la Pandemia.

Día 1 – Noviembre 16/17 Noviembre 2020 Partida desde Ezeiza y Arribo a Amsterdam

16 DE NOVIEMBRE: INICIO DEL VIAJE. Buenos Aires/Amsterdam
  Temprano sonó el despertador pero sólo para recordarme que eran las 06:30 de la mañana puesto que ya estaba despierto hace rato, el horario marcó un tiempo previo suficiente para afeitarme, darme un buen baño, regar las plantas y terminar de guardar algunos objetos, papeles en el equipaje de mano, verificar que no faltara lo fundamental, pasaporte, permisos, declaraciones juradas y euros. De cualquier manera, y pese a los recaudos, llegamos sobre la hora del embarque a Ezeiza, un aeropuerto a media máquina, a medio terminar, con obras detenidas, escaso personal y con visibles espacios para poder estacionar. Los nuevos protocolos arrancan desde fuera del acceso a las terminales, las filas para hacer los trámites se inician en la calle con separadores móviles y personal que ordena los despachos de las compañías que están operando. KLM estaba a dos horas de salir, así que nos dejaron pasar inmediatamente. Pensamos que nos pedirían papeles y más papeles pero apenas se limitaron a controlar el código de reserva, los pasaportes y el destino final para el equipaje. Todo muy rápido y por cierto muy normal, incluso el control de equipajes y el trámite en migraciones argentinas resultó rapidísimo, todo en menos de quince minutos. Si bien había pocas personas, los procedimientos parecían estar bien aceitados.
  En cuanto el capo máximo de la tripulación de la compañía holandesa fue informado que todo el pasaje había sido embarcado (era una escasa cantidad de pasajeros), no esperó ni un minuto más, arrancó las turbinas y avisó que saldríamos antes para Ámsterdam, así que nos ajustamos los cinturones, colocamos los respaldos de los asientos en posición vertical, una plegaria al carretear y levantamos vuelo hacia Europa después de varios meses de abstinencia forzada, junto a un manojo de dudas, ansiedad , cansancio y más de doce horas entre nubes blancas, celestes cielos y brillantes estrellas sobre el Atlántico norte. Fue un vuelo agradable, un aterrizaje perfecto y anticipado al aeropuerto Schiphol.
  Después de tantas postergaciones llegamos a Europa, en el peor momento de la segunda ola pandémica. Aún estamos esperando la conexión hacia Milano, pronto saldrá el KL 1631 y entonces veremos que nos encontraremos en Italia, allí podremos palpar la realidad fuera de los límites de una terminal aérea.
  Por el momento en ésta fracción del territorio holandés, todo parece demasiado sereno, demasiado normal.
Alejandro Maruzzi desde Italia
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Alejando Maruzzi, enviado especial ItM.

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Día 2 – Noviembre 18 2020 Arribo a Milano, Italia

  La conexión desde Ámsterdam hasta Milán se hizo larga, un vuelo cancelado en la mañana significó una espera de casi seis horas en el aeropuerto holandés pero en fin, hay que tomarlo con normalidad por estos días, así que lo mejor es relajarse y dejarse llevar por algún buen queso, incluso un exquisito chocolate de los países bajos.
  En la previa al embarque, hubo que completar un formulario, una auto declaración relacionada con el tema del Coronavirus, algo así como una formalidad donde se dejaba constancia sobre el estado de salud de la persona, el número de pasaporte, lugar dónde se alojará en Italia y un teléfono de contacto, completado el mismo, se le entrega en la puerta de embarque al auxiliar de la compañía aérea y listo. En una hora y veinte minutos el avión aterrizó en Malpensa cuando el sol ya se escondía en el horizonte pero que nos ofreció, la posibilidad de ver por la ventanilla las cumbres alpinas completamente nevadas.
Al desembarcar, hubo que completar otra planilla, igual o muy similar a la que habían dado en Holanda pero no hubo controles, retiramos los equipajes y salimos directamente al nivel de arribos, de allí hasta la rentadora de autos ya listos para ir hasta el centro de la ciudad. Antes de salir, una persona nos sugirió hacernos el test Covid en el mismo aeropuerto, no era obligatorio pero para evitar cualquier inconveniente, volvimos a hacerlo. Vale destacar que el análisis es gratuito en Italia.
  Elegí un hotel fuera del centro, cerca del predio ferial a unos nueve kilómetros del Duomo, el Klima Milano hotel, teniendo auto, me pareció más seguro estar en un sitio donde hubiese menos gente circulando y resultara mucho más sencillo estacionar.   Creo que fue un acierto en función de la comodidad y del tiempo real de andar por las calles de la ciudad, una ciudad que aun siendo considerada y clasificada como “Zona Rossa” mantenía su tránsito vertiginoso y muchas personas caminando por las adyacencias del centro histórico y financiero pero muy pocas por los principales puntos turísticos como la Piazza del Duomo, la Galleria Vittorio Emanuele II, el barrio de Brera o el Castello Sforzesco. Por cierto había bastante seguridad en esas zonas pero sólo con un criterio preventivo, no había controles, ni paraban a nadie, las personas caminaban en paz y tranquilidad. Recordé entonces las palabras que hoy pronuncio el Presidente de la República Italiana, un hombre de mil batallas y con unos cuantos años a cuestas: – “Es verdad, debemos cuidarnos pero jamás debemos dejar de lado la libertad de las personas; cada individuo debe actuar con responsabilidad y conciencia. Nadie puede creerse con más derecho que el otro. Además el miedo no contribuye, ni colabora, hay que enfrentar la vida con inteligencia, solidaridad, decisión y valentía”.
  Personalmente, estoy muy de acuerdo con sus palabras.
Alejandro Maruzzi desde Italia
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Alejando Maruzzi, enviado especial ItM.

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Día 3 – Noviembre 19 2020 De Lombardía a Toscana (Un Corazón herido)

  Amanece en la ruta hacia la Emilia Romagna y la bella Toscana con un cielo claro y sin nubes en el horizonte, un regalo divino en éstos días finales de otoño, templado y agradable para caminar aún con las declaradas limitaciones y controles que, por el momento, creo que han sido más resaltadas por los medios, que reales, puesto que si bien es visible la seguridad, la misma no es invasiva por el contrario, podría decirse que se mimetiza correctamente con el paisaje y las fuerzas de seguridad actúan con respeto y profesionalismo.
  Lo llamativo resulta ser también aquí (en algunos casos) el regodeo visual por lo trágico, por esa carga dramática de datos que paralizan, estremecen y producen un efecto contagio aún más peligroso que los peores virus circundantes, la enfermedad mental, la grieta sanitaria. Temores, sospechas y angustias que son absorbidos como por ósmosis por todas aquellas personas que parecen consumirse internamente de manera poco feliz, así como flores marchitas entre los oscuros umbrales del cementerio, mirando absortos los noticieros amarillistas que lucran con la desgracia. Porqué será que me resulta tan simple ubicar a un panelista, un periodista, un sátrapa puesto en el aire a infundir pálidas infartantes por una buena paga. (Cuando más hambre hay, más caro se vende el pan).
  Lo cierto es que la belleza del paisaje toscano es deslumbrante, los valles verdes, los viñedos siempre fecundos, olivares por doquier y esas curvas marcando las colinas repletas de sueños y poesías. Extraño es ver San Gimignano vacía, sin gente, sólo roca, muros e historia viva. Un extraño placer el transitar sus calles bañadas por el sol de la tarde.
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  Aquí en Toscana también es zona rossa y se percibe. Cualquier director de cine vería con buenos ojos poder filmar una escena medieval sin hacer grandes esfuerzos. La pandemia asola el Alma de las personas, de sus pobladores que esperan con ansiedad el fin de ésta larga pesadilla. Por lo que he podido hablar con ellos, no ven la hora que se termine para volver a trabajar, para que el turismo regrese. Creo que en cuanto mejore la situación, los primeros turistas que lleguen a Italia, recibirán una cuota extra de agradecimiento y servicio, algo que hoy pude comprobar personalmente cuando me reuní con personas dedicadas al transporte, a la gastronomía, a la hotelería, en ellos note algo en común: “La emoción”, esa necesidad tan humana de abrazarse a la fe, a la voluntad por trabajar con humildad, honestidad y agradecimiento. Esta gente no está preparada para pedir, no lo acepta, no quiere dádivas, es orgullosa en buena forma y me ha conmovido ver caer sus lágrimas cuando me hablaban de la dignidad, de sus familias, de ese espíritu inquebrantable que mancomuna a todos los que luchamos por ganarnos el mango honradamente, por llevar la comida a casa, por la prosperidad…para darle educación a nuestros hijos.
  Hoy todo me ha conmovido demasiado y eso me da aún más fuerzas para seguir y enfrentar lo que venga.
  Será que se aproxima la Navidad y con ella, ese profundo deseo de imaginar un Mundo Mejor.
Alejandro Maruzzi desde Italia

Alejando Maruzzi, enviado especial ItM.

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Día 4 – Noviembre 20 2020 Cruzando Regiones hasta ROMA

  Posiblemente San Pedro esté preparando algo desde el cielo, hasta quizás se le ocurra mover los muebles y se empiecen a escuchar los truenos de una tormenta, lo cierto es que de la soleada jornada de ayer, no ha quedado nada, absolutamente nada, hoy las nubes oscuras dejan caer la lluvia sobre las verdes colinas de la Toscana, los olivos y las viñas parecen festejarlo moviendo sus ramas, las aves se han guardado, sólo se escucha el viento tratando de entrar por el ventanal. Pero… si hasta hace unas quince horas atrás había pocas personas deambulando por la “Strada del vino Vernaccia, el sendero glauco y el Vall di Merse”, hoy el diluvio los ha hecho desaparecer.
  Parece ser una paradoja. Hoy saldremos de las zonas rojas para ingresar en los sectores naranjas y amarillos clasificados por las autoridades sanitarias de Italia para las regiones de Umbria y del Lazio, algo que debería ser para mejor, más abierto y flexibles, pero el clima no ayuda y nos anuncia un viaje más largo de lo esperado, solitario y posiblemente con algunas sorpresas; habrá que estar más atentos. “– No te confíes, la última viga por subir es la más difícil y peligrosa de cargar”. Me lo decía un sabio y noble capataz paraguayo en la obra que construíamos en el porteño barrio de Barracas; con los años comprendí cuanta verdad tenía.
  Unas dos horas manejando bajo la lluvia no impidieron disfrutar del camino (nada lo haría) Pude alcanzar a ver Castelnuovo, Siena, Orvieto, Orte y Monterotondo. Postales de pueblos y ciudades colgadas entre el cielo gris y la tierra fértil, oxígeno puro para el espíritu.
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  Finalmente los controles no existieron, en realidad, nunca he tenido hasta el momento ese tipo de encuentro, he pasado de una región a otra, de una provincia a otra, de una ciudad a otra, sin dificultades, pensé en la pobre gente que pugna para poder cruzar los límites de Formosa y San Luis en la Argentina y sentí pena, repugnancia por la soberbia de esos gobernantes que juegan a su antojo con las personas. No tienen ningún derecho.
  Ver el cartel de Roma fue emocionante, profundo. Recordé la suave voz de mi madre cuando me contó por primera vez, y cuando tenía apenas 8 años, que a aquel gran lugar, era reconocido en el Mundo entero como la ciudad eterna. Para entonces yo la observaba con los ojos deslumbrados e ingenuos de un niño, hoy volví a verla con esos mismos ojos, junto a ella.
  Roma es Roma, un cosmos infinito de leyendas y discordancias, de adoquines raídos por los siglos, de iglesias que inspiran respeto y devoción, una enorme torre de Babel donde todo el gentío se entiende y donde las luces de la noche juegan con la arquitectura de manera magistral.
  Por fortuna pude cenar como Dios manda, buena pizza, excelente pasta y una soberbia jarra de vino rojo de la casa. ¿Qué más puedo pedir?…¿Tirar una moneda en la Fontana di Trevi? Pues si es cuestión de pedir un deseo, espero poder ver algunos rayos de sol en la mañana para llegar a Nápoles y alcanzar a ver la Costa Amalfitana con el Mediterráneo pintado de turquesa.
Alejandro Maruzzi desde Italia
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Alejando Maruzzi, enviado especial ItM.

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Día 5 – Noviembre 21 2020 De ROMA a NAPOLES y un cambio de dirección.

  Por cierto muchos hoteles de Roma han preferido cerrar, los que aún permanecen abiertos, diría un 40% aproximadamente, se encuentran con baja ocupación, es lógico, hay muy poca gente y obviamente la situación se presenta complicada según las proclamas y ordenanzas de las autoridades, acorde a las comunicaciones del gobierno (aunque…permítanme tener mis serias dudas al respecto). Insisto, la faena de la prensa cumple al pie de la letra con la misión de amedrentar a las personas y los partes oficiales no suelen transmitir optimismo pero hay excepciones fascinantes, los veteranos que supieron pasar por verdaderos tiempos de guerra y hambruna, las abuelas que se pelaron las manos ordeñando vacas en los establos, ellos sí le han puesto el pecho a las balas, parecen hechos de sangre y acero; la templanza, el coraje y la determinación de esos hombres y mujeres resulta admirable, su ejemplo debería lograr sepultar a los políticos y a unos cuantos especialistas pero sus voces no tienen volumen, no pueden llegar a los oídos de las masas, las apagan los modernos, los que viven de la teta del Estado, los auto denominados progresistas, castas teatrales que aprendieron a acomodarse por éstos tiempos. Sin embargo, pese a todas las contras, advierto que hay una gran parte del pueblo que está a punto de decirles… Muchachos, hasta acá llegamos. Un ejemplo clarísimo, explícito es el de una chica romana dueña de un bar del centro de Roma quien colgó un cartel en el boliche diciendo: “Vietato parlare di Coronavirus”, “Prohibido hablar del Coronavirus”. Concretamente y en criollo: “No me jodan más”.
  En fin, cada uno con su libreto, con sus propias convicciones.
Por lo pronto, el viaje hacia el sur fue bajo la llovizna y resolanas que pugnaban por dar luz y calor en un otoño que se escapa para darle vía libre al invierno, aunque la naturaleza da pelea y doy fe que los olivos están a pleno, los pastizales de la Campania brillan con un verde fosforescente y cada tanto, las coníferas romanas se recortan en el paisaje con todo su esplendor.
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  Poder manejar por las rutas italianas es un placer incomparable, mucho más cuando se toma algún desvío rural y nos envuelven los castillos, los viñedos y los pueblos sobre las colinas que dan prólogo a las altas montañas apeninas ya cubiertas de blanco níveo.
  Hemos tenido que dejar de lado el paso por Nápoles y la costiera para el próximo lunes, puesto que el clima no ayudaba y nos parecía una falta de respeto para con los dioses paganos del mar y de la tierra, llegar hasta sus costas sin esa sensación fantástica de ser testigos privilegiados de las fábulas marinas pintadas en color azul, el gris plomizo del cielo invitó a cambiar de camino por un sendero nostálgico hacia los pueblos interiores, hacia las antiguas tribus itálicas. Fue lo correcto, hoy la pandemia se sintió no sólo en sábado, se marcó en el cielo, en el horizonte y en la tristeza de la gente que, resignada, se guarda bajo las tejas de sus casas, entre muros centenarios que transpiran historias jamás contadas.
Aquí estamos, en la Irpinia, la tierra de los lobos mansos que deambulan por los bosques en libertad, entre añosos nogales cautivos de brujas y fantasmas que beben Strega, mastican hierbas de la foresta y bailan las rimas proscritas de Benevento mientras el Mundo… parece desaparecer.
Alejandro Maruzzi desde Italia
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Alejando Maruzzi, enviado especial ItM.

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Día 6 – Noviembre 22 2020 Por los pueblos del sur de Italia, un lugar llamado Gesualdo.

,   Me pregunto para qué sirve la última declaración de la Organización Mundial de la Salud: “Cada 17 segundos muere una persona en Europa a causa del coronavirus”. A mi modo de ver los responsables de esa organización deberían cerrar el pico, bajar el copete, pedir perdón por mil años, agarrar sus cosas y tomarse el primer vuelo a Marte para no regresar nunca más.
  Aquí, entre los valles del sur de Italia y las montañas, el domingo arranca frío, pero algo soleado, y es muy probable que en el pueblo, varios feligreses concurran a misa de once para escuchar al buen párroco de San Nicola de Gesualdo, el padre Enzo, aunque sea desde la puerta porque, con el asunto de la pandemia, los decretos terrenales parecen tener mayor peso específico que los mensajes divinos. Una iglesia del siglo XII de austera fachada pero muy importante en la historia de la ciudadela y trascendental en la fe de la población. Dentro de ella se encuentran numerosas obras de arte de los siglos XVI y XVII y reliquias como el brazo de San Andrés; sí, así como lo han leído, el brazo del pobre San Andrés Apóstol… (hay cosas que jamás comprenderé, ni aceptaré en éste misterioso mundo de la religión). Un edificio varias veces sistematizado debido a los terremotos ocurridos en la región en los años 1732, 1962 y 1980. Casi con seguridad, la ausencia de parroquianos por las calles de los pueblos interiores se deba a dos o tres puntos claves, cruciales, que justifican la adhesión: primero el temor a que le metan la multa de 400 euros; segundo que se está viniendo la fresca y es mejor estar en casa con la calefacción; tercero que la Comunidad Económica Europea sigue poniendo euros en los países y un porcentaje considerable de la población recibe dinero sin tener que salir a trabajar; allá por el último lugar parece estar el tema de un virus que anda dando vueltas por ahí.
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  Por favor, es inútil que traten de convencerme que hay que dejar de verse, que no se puede dar un apretón de manos, que está prohibido besarse, ¡Tremendo! Prefiero bañarme en alcohol en gel, gárgaras de sodio con grappa y hasta tirarme litros de lavandina con tal de poder hacerlo, lo haría de verdad y con mucho gusto pero algunos me rechazan como si fuera la Parca, como si fuera un demente (bueno… en realidad suelo desvariar un poco). Que la situación es complicada lo admito, pero que el nono o la nona no pueden ver a sus nietitos por temor al contagio, que sus propios hijos les prohíban o les recomienden no salir, no encontrase, y aún muchísimo más triste, saber que hay adultos mayores que obedecen sumisos esas instrucciones como niños de sala rosa, es terrible. Un minuto, una hora, un día en la vida de una persona con más de 70, 80 años representa para ellos semanas, meses, años perdidos en búsqueda de la benigna seguridad sanitaria.
  No sé porque me viene a la mente una fracción de las coplas del gran poeta Jorge Manrique.
“Recuerde el alma dormida,
avive el seso y despierte, contemplando
cómo se pasa la vida
cómo se viene la muerte,
tan callando…”
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  Con los antecedente de mentes tan brillantes como Galileo Galilei, Leonardo da Vinci, Marie Curie, Albert Einstein, ¿Justo ahora nos toca tener que bancar a estos dirigentes? Escasos de recursos intelectuales, amparados en la ineficiencia de terceros, ajustados a su propia conveniencia y permanencia personal; Tras un año de padecimiento, el único método que han decretado aplicar casi, de común acuerdo, la única solución que se les ha ocurrido resulta ser privar de libertad a las personas, cerrar todo y esperar que pase el temporal es extremadamente mediocre.
  Gesualdo un pueblo construido sobre la roca, levantado con piedras, ladrillos, maderos y sudor, bello y silencioso surge en el paisaje como el capullo de una flor, con su castillo medieval que data del siglo VII cuando los Lombardos anduvieron por aquí y que hacia fines del 1500, el príncipe Carlo Gesualdo, noble, músico compositor famoso de los madrigales y…también asesino pasional, lo habitó. “Emoción”, “Amor”, “Dolor”, “Martirio”, “Éxtasis”, “Agonía” aparecen con frecuencia en los textos de sus madrigales. Quién tenga la oportunidad de caminar por las calles escalonadas de Gesualdo, muy probablemente descubrirá el sentido de esas palabras.
  Que las mieles de la vida nos endulcen el corazón pues Italia es el panal de las abejas laboriosas, el polen de la esperanza. Sólo es cuestión de dar el primer paso.
  Por lo pronto, mañana sí o sí viajaré hacia Nápoles y podré dejar de ver la película por televisión e intentaré ser parte del elenco. Todo un desafío en una ciudad muy marcada por el rojo.
Alejandro Maruzzi desde Italia
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Alejando Maruzzi, enviado especial ItM.

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Día 7 – Noviembre 23 2020 Vedere Napoli e dopo morire.

  Es como tener a Mónica Belluci diciéndote, “vieni ragazzo sono tutta tua amore mio”, siempre con respeto y caballerosidad. Italia esta así, bella como siempre pero en algunos sitios no se puede tocar, no se puede entrar, no se debe transitar, no se puede… bah!, salvo en Nápoles que parece ser la Italia de siempre.  Aquello fue un cambio brusco, del protocolo al aquí está todo bien, o al menos lo parece, porque estacionamos el auto en pleno barrio San Lorenzo, en el cuore vertiginoso de la polifacética y multiétnica ciudad, encontrándonos con gente por todas partes, negocios abiertos, la feria en plena calle, cajones de verdura sobre la vereda, puestos de remeras, calzoncillos, medias, zapatos y zapatillas por 5 euros, autos que van y vienen, motos, bicicletas, madres con carritos y bebes que se cruzan imprevistamente, sin previo aviso y desde los rincones menos pensados, un milagro no haberme llevado puesto a más de uno, pero así es Nápoles, aún hoy clasificada como zona roja a full. Y si hay policías no lo sé, a lo sumo llegué a ver a un carabiniere con la gorra torcida fumándose un pucho en una plazoleta, también un patrullero que tenía detrás pero que dobló cerca de la cárcel de Poggioreale, pensé que me estaba siguiendo. ¡Pobre iluso…qué ingenuidad! Creo que llevaba las pizzas aún calientes para el despacho del comisario.
  Pero Nápoles me dio vida, energía, fuerza y nervios, sentí que podía moverme como pez en el agua y saqué provecho de eso, exageradamente. Es que, o entrás en la de ellos o te miran como si fueses un pájaro de otro nido. Aquí los barbijos y las mascarillas deben tener otra función porque casi nadie los tenía donde los debía tener, es decir y para ser más claro, los llevaban a la altura del cogote, tipo bufandita, posiblemente para limpiarse la boca después de mandarse un buen plato de spaghetti al fileto o una pizza de mozzarella di bufala. Casi nadie se protegía la nariz, pensé, si los Coronavirus andan por acá se harán un festín sin mayor esfuerzo. A mí se me hace que los napolitanos deben ser medio inmunes o les importa muy poco el color sanitario que le hayan puesto los expertos, podrían ponerles violeta, bordó, negro, que ellos seguirán igual correteando por las calles vendiendo hasta los escarpines que tejió la abuela.
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  Me costó encontrar el playón de micros, tenía que reunirme con los dueños de una de las más grandes empresas de transporte de Italia y no podía ubicar el lugar, es que la ciudad es un nudo gordiano, un laberinto que sólo ellos conocen como la palma de su mano pero yo, ¡mamita!, hasta el GPS se volvió loco. Finalmente y después de varias llamadas telefónicas logramos el objetivo.   Esas personas estaban desesperadas, mostraban su enorme flota de micros impecables parados y se querían matar, no reciben subsidios del Estado y con el turismo frenado sólo acumulan deudas y frustraciones. Ojalá esto cambie pronto, según ellos, todo se abrirá a partir de marzo y cuando eso suceda, tal vez esos micros parados en el garaje no sean suficientes para cubrir todos los pedidos retrasados más los que se van sumando para el 2021.
 
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  De Nápoles hasta la costiera amalfitana, un placer fortalecido por el sol, la temperatura que marcaba casi 20 grados y el mar sereno, verde, turquesa, azul y celeste en el horizonte. Esa costa es en sí misma una postal continua, resulta más que comprensible la inspiración de griegos y romanos para marcar a fuego leyendas sobre ninfas, sirenas, centauros y dioses del mar.
 
  Tiempo para sacar algunas fotografías, sentir el calor del sol en el rostro y seguir viaje hacia Gragnano, “La Capital Mundial de la Pasta”, miles de casas bajas, cientos de calles entreveradas y, entre ellas, las fábricas que siguen produciendo a todo vapor. Di Martino, Garofalo, Ducato d’Amalfi, D’Aniello, por nombrar algunas, puesto que hay muchísimas más incluso artesanales, desperdigadas por estos pueblos ubicados cerca del Vesubio.
  Mañana el camino nos llevará a Benevento y los confines con el Molise, veremos allí cuál es la situación de una ciudad en zona roja, muy cercana a una región amarilla y abierta. El desafío es tratar de llegar hasta Strega, eso, si las brujas nos dejan pasar…
Alejandro Maruzzi desde Italia
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Alejando Maruzzi, enviado especial ItM.

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Día 8 – Noviembre 24 2020 Por los pueblos del Molise y la Campania.

  Acostumbrados a las rutas argentinas que suelen tener rectas largas, aquí la situación es muy diferente, salvo que vayas por la autopista. Como la idea era recorrer pueblos del Molise, Campobasso y el norte de la Campania, desactivé el navegador y preferí guiarme por los carteles azules, que marcan los caminos internos, lo cual permitiría ver mucho más de cerca los centros urbanos, los cascos históricos y esos pueblitos encantadores que cuelgan y se recuestan sobre las montañas, una maravilla, eso sí, lleva mucho tiempo poder hacer kilómetros de esa manera puesto que las curvas prevalecen al igual que las trepadas y las encrucijadas porque hay senderos que terminan en miradores, precipicios o en el medio de un peñasco, un sembradío o el ganado que pasta mansamente en los altos pastizales.
  No voy a olvidarme de lo recorrido, nunca imaginé tantos bosques por esta zona, miles y miles de árboles de todos colores cubren por completo el territorio, los escasos carteles que hay en las alturas indican tener cuidado con el cruce de ciervos y jabalíes, lo cual resulta lógico, semejante vergel tupido, cerrado por momentos, es el escondite ideal para la fauna silvestre. El resto de la región, los espacios más abiertos, son claramente rurales, con poca población, intercalados en sana armonía y convivencia con la naturaleza. Quiero destacar que en cada salida o entrada a un pueblo las casas se presentan más separadas entre sí y esos espacios libres son utilizados hasta el límite de la propiedad con huertas, vides y olivos. Pensé íntimamente que sería muy importante hacerles ver a los que toman tierras en Argentina, y en otras partes de América que, además de ocuparlas, hay que trabajarlas, cuidarlas y darles utilidad; saber que si se planta una semilla, suele salir algo; sembrando bien de seguro cosecharás comida suficiente para la familia, y los italianos de por aquí conocen muy bien de estos menesteres. Ellos cultivan y labran en todas partes, aprovechan al máximo cada centímetro de tierra, le dan un sentido a lo mucho o poco que poseen y se enorgullecen de eso con una sonrisa en el rostro, incluso venden en las ferias el excedente de su producción artesanal y orgánica, verduras, hongos y hortalizas frescas que tientan a cualquiera.   Sé que debe ser duro y que el campo requiere de mucho sacrificio, pero ver crecer el grano ha de ser una bendición. Mi profundo respeto hacia todos los que trabajan en los campos, sean estos de Italia, de Argentina o de cualquier parte del Mundo.
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  Habrán sido unos sesenta kilómetros por entre valles, montes y pueblos cinematográficos, muy alejados y diferente a los circuitos tradicionales que visitan las grandes ciudades como Roma, Venecia, Florencia o Bologna, importantes y atractivas siempre pero creo que con el tema de la pandemia el turismo cambiará y preferirá estar menos tiempo en las grandes urbes y más jornadas en la mezcla extraordinaria que tiene Italia gracias a la naturaleza y la serenidad de éstos “piccoli paesi” tan encantadores y llenos de historias.
  Charlando con la gente uno escucha y aprende, ayuda al crecimiento personal, a visualizar otras perspectivas. Una de las conversaciones que mantuve con un hombre, muy equilibrado y confiable, confirmó mis sospechas con relación al tema de la comunicación sobre la pandemia. Los medios (diarios, televisión, radios) recibieron por parte del gobierno italiano más de 50 millones de euros para dirigir el estilo de la información hacia un formato casi apocalíptico para amedrentar a los habitantes y mantenerlos inmovilizados.
  Las crónicas son trágicas, las imágenes de la televisión reflejan desesperación, los informativos radiales hablan de un futuro negro y pesimista para poder reunirse en familia para las fiestas de fin de año.
  En cierta medida vienen logrando su objetivo pero no sé por cuanto tiempo. Aquí la gente de a pie ya no aguanta más. Presiento que es como una olla a presión, si no abren la tapa pronto esto puede explotar y llevarse consigo a periodistas, políticos, ministros, funcionarios, científicos y expertos. Quizás las cenizas ardientes del Vesubio, del Etna, del Strómboli resulten más piadosas que la furia de los ciudadanos.
 
  Si bien entramos a Benevento ya poco se podía hacer dado que la luz del sol desaparece a las cinco de la tarde y de noche, no tiene sentido continuar. Debido a las restricciones impartidas por el nuevo decreto del gobierno se puede salir a partir de las cinco de la mañana y permanecer en la calle hasta las veintidós horas, después, no debe quedar ni un alma.
 La continuación de la visita por Maleventum (antiguo nombre Samnita de la ciudad cambiado por Beneventum por los  Romanos tras vencer al temible Pirro y sus elefantes en el año 297 antes de Cristo) Benevento, tres mil años de historia, será en una próxima jornada.
Alejandro Maruzzi desde Italia
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Alejando Maruzzi, enviado especial ItM.

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Día 9 – Noviembre 25 2020 Por los pueblos del Molise y la Campania.

  El día amaneció nublado y aunque el sol pugnaba por pasar sus rayos en el horizonte, dejó que el manto gris cubriese el territorio, pareció una premonición un mensaje desde el cielo por lo que se iba a venir. Diego se nos fue y tras él, la lluvia que parece llorar sobre el corazón de Napoli, de la Argentina, del Mundo entero.
  Desde el comienzo de la jornada todo pareció extraño, salí a caminar por el pueblo para hacer trámites y comprar algunas cosas que necesitaba, la tristeza de la gente se notaba en cada rostro, en sus pasos cansinos y los saludos de buenos días, eran más un compromiso formal que un sentir verdadero. Es que la pandemia oprime, desgasta, satura.
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  Había que ponerle ganas, así que me aboqué a lo que debía hacer pero, de repente, al pasar con el auto frente a un antiguo cementerio, decidí estacionar y salir a investigar los lamentos de los vivos, el secreto silencio de los difuntos. Estaba completamente solo, no volaba ni un ave sobre los cipreses, apenas se escuchaba el rumor del viento y la corriente de algún afluente por detrás de la capilla. Allí descansaban para siempre las víctimas de los terremotos, los caídos en las guerras, los habitantes desconocidos que forjaron y transitaron estas bellas tierras, pensé en mi familia, en los amigos, en todos aquellos queridos que dejaron éste mundo.
  Aún no sabía que el “10” hoy, 25 de noviembre de 2020, también sería de la partida.

  Caminé errante por las calles del pueblo, bajé y subí por las escaleras de piedra hasta que la oscuridad tempranera ocultó al valle y a las montañas, vi a ese sol tenaz y porfiado, finalmente, triunfar en el horizonte rojizo intenso, negándose a desaparecer y creí, por unos instantes, que todo era posible, que el bajón era un asunto momentáneo a superar pero la ilusión se desmoronó cuando escuché la noticia.

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Entonces la noche se hizo más sombría, el gato que me acompañó parte del recorrido por los mudos pasajes pétreos también había desaparecido en la bruma, quizás fue en búsqueda de alimento, quizás advirtió mi desolación, quizás sabía que hoy no tendría fuerzas para acariciarlo.
  Pero mañana será otro día, cocinaré algo, arreglaré mi ropa, saldré a buscar nuevas aventuras, nuevos caminos y agradeceré poder hacerlo. Hay que seguir adelante.
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 Caminante son tus huellas el camino y nada más. Caminante no hay camino, se hace camino al andar.
Al andar se hace camino y al volver la vista atrás, se ve la senda que nunca se ha de volver a pisar.
Caminante no hay camino, sino estelas en la mar.”
Alejandro Maruzzi desde Italia

Alejando Maruzzi, enviado especial ItM.

Recorre Italia y Francia y nos cuenta la realidad del día a día en pleno rebrote de la Pandemia.

Día 10 – Noviembre 26 2020 Despidiendo al “Diego” en Nápoles.

  Teniendo en cuenta los acontecimientos decidimos viajar nuevamente a Napoli para poder ver en vivo y en directo las sensaciones de ese pueblo que tanto ama a su ídolo. Un hombre de pequeña estatura, tan humano como cualquiera de nosotros, pudo llegar a lo más alto del fútbol mundial y a significar, para el sur de Italia mucho más que un simple jugador, Maradona fue, es y será el símbolo de la ciudad junto al bueno de San Gennaro y los hermosos monumentos que engalanan la ciudad y les da los rasgos inconfundibles de un lugar diferente al resto de Italia. Escuchaba por la radio, mientras manejaba el Lancia por la autostrada, las palabras de una periodista que decía. “Dentro de 300 años, la historia seguirá contando que una vez existió y jugó aquí el gran Maradona, un astro inigualable; tal como hoy sucede al recordar las grandes composiciones musicales de Mozart, cada uno en lo suyo, fueron grandes”.
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  Ya al entrar en la tangencial de Nápoles fueron apareciendo autos que iban en la misma dirección con camisetas y banderas colgando de las ventanillas, ni que hablar la fila de autos que desembocaba en la bajada al estadio San Paolo el cual, según he escuchado de la boca del presidente del Napoli, pasaría a llamarse “Diego Armando Maradona”. Un honor y un gran homenaje al gran capital de ese equipo y de la Selección Argentina de fútbol. Miles de personas se congregaban en las puertas del coliseo napolitano, estacioné sobre una plazoleta, cargué mi cámara y crucé sin dudar un instante donde se hallaba la multitud, hombres, mujeres, niños y niñas aplaudían, gritaban, observaban, lloraban junto a los altares populares colocados contra el cercado perimetral. En sus rostros se advertía la pena, la tristeza profunda, sincera, genuina de aquellos que alguna vez festejaron sus goles, sus jugadas y travesuras. Es que el Diego les había dado todo, fundamentalmente el orgullo de ser napolitanos, esa lucha constante, ancestral entre el sur y el norte.
Pude ver los ojos llorosos de una niña que tendría apenas ocho o nueve años y adolescentes de menos de veinte años con la mirada perdida, seres que jamás pudieron presenciar su magia y sin embargo, allí estaban junto a sus padres y abuelos, compartiendo ese momento tan emotivo.
  Gladiadores de estos tiempos en la tierra de los gladiadores.
  Regresé al auto conmovido por tantas expresiones de afecto. Nos guste o no, aceptemos o no la vida del hombre, Maradona ha marcado para siempre la historia de la ciudad y su recuerdo quedará fundido a fuego en el corazón de sus habitantes y de muchísimos argentinos que ya lo extrañan, que ya han perdonado cualquier diferencia. Costó salir de aquel atolladero, tal vez más de lo pensado, quizás porque no deseaba irme.
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  Recorrí las calles, los pasajes y las alturas, busqué su imagen pintada en los muros, en los carteles pero no fue necesario, su figura estaba dibujada en los ojos de la gente, en la desolación que hoy invadió Nápoles. Y escuchaba:
Oh mamma, mamma, mamma sai perché mi batte il corazón?
Ho visto Maradona, ho visto Maradona! eh! Mamma innamorato son!
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  Decidí romper esta tensión y poner dirección a Benevento, la tierra de las Janaras, las leyendas, los nogales y el exquisito licor.
  Ya lo había postergado, a pesar del agobio y emoción de lo vivido esta jornada estaba decidido y esta vez sería la vencida. Necesitaba un cambio de aire, quizás lo emotivo me estaba ganando. 
  
Tenía que llegar de alguna forma al lugar de los rituales paganos que tan esquivos me habían sido por estos días.
  
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   Creo que las brujas se apiadaron de mi Alma, de este Mundo agazapado entre la pandemia y los miedos, corrieron el telón de los nogales y dieron el brazo a torcer, frente a nosotros se encontraba la gran fábrica de Strega. Después de tantas emociones, de tanta agitación, lo indicado era beber un buen trago en honor a los dioses.
Alejandro Maruzzi desde Italia

Alejando Maruzzi, enviado especial ItM.

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Día 11 – Noviembre 27 2020 La Poesía de Italia

  Un día magnífico en la montaña, desde muy temprano la luz del sol brilla sobre las verdes colinas y los techos de tejas de las casas se van secando después del rocío matinal. Unos mates rapiditos, algunas tostadas con manteca, y a salir a disfrutar de la jornada que hoy seguiría con trámites tempraneros, y antes de que cierren los negocios y la banca, porque aquí en Italia al tema de la pandemia, que obliga a tener cerrados los sitios gastronómicos, se suma la costumbre de irse a dormir la siesta y, a la hora del almuerzo, no quedan ni las palomas, encima, tras el “pranzo”, se pegan una siesta de la ostia, imagino que se deben meter el pijama y se tapan hasta las narices.   
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  El punto es que más allá de la hora de descanso, a mí no me agarran ni loco, subo al auto y salgo por los caminos de la campiña a recorrer los pueblos, uno más lindo que el otro, todos con varias iglesias y campanarios, trepadas y escalinatas que marcan escenografías espectaculares en lo más alto de las cumbres apeninas del sur y al llegar, tras haber hecho cientos de curvas en subida, lo que predomina es el silencio, la soledad, una ausencia misteriosa, pasmosa de personas.
  Las callejuelas, las plazas secas parecen recintos despojados de almas, urbes vacías, desiertas, sin vida, como si la peste hubiese aniquilado a cualquier ser viviente, como si el tiempo del Mundo se hubiese detenido de manera extraordinaria.  
  Claro, son pequeñas poblaciones esparcidas sobre una zona rural que, aún sin las restricciones decretadas por el Covid, suelen ser mansas y remolonas porque sus habitantes moderan el paso, regulan su existencia, sus tareas cotidianas bajo parámetros cívicos muy diferentes a los de los grandes centros urbanos, ellos viven más tranquilos de eso no hay ninguna duda.
 
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  Hoy hemos recorrido Mirabella Eclano, también la ciudad medieval de Venosa en La Basilicata y otro lugar impresionante como Calitri en el límite entre las regiones de Campania y Basilicata.
  Estos dos últimos han sido en verdad maravillosos, Venosa parecía pequeña desde lejos pero, al ingresar, nos sorprendió su dimensión y la riqueza de su historia, “La ciudad del poeta latino Horacio”, hombre ilustre de los tiempos de Bruto y Julio Cesar.
  Entre sus Epístolas se encuentra la célebre “Arte poética”, que marcó las pautas de la estética literaria latina. La poesía horaciana, con su variedad de temas nacionales y, sobre todo, su perfección formal, equilibrio y serenidad; fue identificada en el Renacimiento como la máxima y más excelsa expresión literaria de las virtudes clásicas, y su influencia se ha mantenido vigente hasta el presente.
  Venosa, antigua, romántica, gentil, con recovas en la plaza principal, esculturas, balcones floridos y calles estrechas que desembocan en otras plazas encantadoras, merece ser visitada.
   También Calitri, una perla perdida en las alturas de la Irpinia, tan antigua como Venosa, con su mole impresionante dominando la villa, muros que nos relatan episodios antiquísimos, feudos lejanos de señores que hacían gala de su poder y dominio.
  Territorio hostil posiblemente por el medioevo, hoy tan solo reliquias dóciles, silenciosas rocas colosales que ordenan los pasos perdidos de los contemporáneos.
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  Así fue pasando el día hasta la puesta del sol, serpenteando mil veces por sendas cercadas por la siembra, los molinos de viento, el ganado suelto y las siluetas de los castillos recortados entre el cielo y las montañas.
Alejandro Maruzzi desde Italia

Alejando Maruzzi, enviado especial ItM.

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Día 12 – Noviembre 28 2020 Trabajando e investigando.

   El tiempo nos acompaña y la temperatura, pese a ser los últimos días del otoño, resulta benigna y agradable, mucho más cuando el reloj marca el mediodía, puesto que para entonces desaparece la bruma por completo y permite estar fuera con un simple abrigo, incluso con un buzo o un pullover.

  Hoy fuimos hasta Mirabella Eclano, Aeclanum, según la llamaban los pueblos Samnitas que habitaban esta zona del sur de Italia, pero luego de la sangrienta guerra interna entre Roma y las tribus locales, fue arrasada por las tropas de Sila.
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  Reconstruida y fortificada posteriormente por la República Romana a partir del año 89 antes de Cristo y categorizada en el siglo II, después de Cristo, como colonia romana. Teniendo en cuenta su punto estratégico y la cercanía a la famosa Via Appia, el antiguo asentamiento, el sentido inicial de posta romana, se convertirá en el siglo III como ciudad, aportándole numerosos monumentos y edificaciones, hoy casi inexistentes. Vale destacar que la Via Appia Antica, se iniciaba en el mismísimo foro romano, salía hacia el sur y tomaba dirección hacia la costa por Terracina, luego Capua donde se encontraba la escuela de gladiadores de donde surgió Espartaco, entrando desde allí hacia el centro de la península por Benevento, de allí a Passo Mirabella, Venosa, Taranto hasta llegar a Brindisi, su salida al mar y su conexión comercial y militar con Oriente y Medio oriente. Obviamente con varias postas en el recorrido para reabastecimiento, descanso y refugio. 
  Todo muy bien pensando y planificado por los romanos quienes le dieron mucha importancia al tema de los caminos, gracias a ellos, a los ingenieros, arquitectos y miles de hombres que trabajaron para crearlos, sus ejércitos lograron avanzar, el comercio floreció y los tiempos para llegar de un lugar a otro se acortaron de manera sustancial.
 
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  Pero eso es historia (y me encanta verla, estudiarla y contarla) pero había que hacer cosas en casa por lo que me aboqué a preparar un buen almuerzo y más tarde, a las tareas pendientes puesto que dentro de un par de días, habrá que regresar a Roma y todo debe quedar en orden y en perfecto estado. Además, me encanta cocinar, me hace bien hacerlo mientras charlo con los vecinos desde la puerta y el balcón que da al valle.
  Preparé una salsa bien italiana y fortachona para enfrentar la fresca que se vendrá en un rato. Salchichas de la irpinia que son como unos choricitos de puro cerdo con especies, los desgrasé en la parrilla y los reservé a un costado, mientras picaba una cebolla roja de los montes, le agregaba un fileteado de ajos muy suaves, unos tomates secos de primerísima calidad, funghi porcini remojados en agua tibia, puré de tomate, un toque de Cinzano rosso, otro poquito de vino tinto, sal, pimienta, peperoncino y a meter los choricitos para que se amiguen con el preparado.
  Más o menos veinte minutos de cocción a fuego moderado hasta lograr una salsa espesa, bien colorida y muy sabrosa, la cual, obviamente será bien acompañada por una buena pasta italiana de la Puglia. Un plato sustancioso que, con su aroma, atrajo a más de uno, incluso a los gatos que espiaban tras la puerta.
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  El domingo será para terminar de preparar todo, visitar Fontana Madonna, un excelente establecimiento rural ubicado en la localidad de Frigento y continuar hasta el Lago Laceno, un santuario natural ubicado en el sur de la Irpinia, próximo a Salerno que, según cuentan, desde tiempos remotos, fue abrigo de bandidos, exiliados y combatientes gracias a la espesura de sus bosques de hayas, castaños y robles que rodean el manantial.
Alejandro Maruzzi desde Italia

Alejando Maruzzi, enviado especial ItM.

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Día 14 – Noviembre 30 2020 De Regreso en ROMA.

  Termina el recorrido por el sur de Italia e iniciamos el camino de regreso a Roma, por una cuestión preventiva, hemos preferido estar un día antes del vuelo que tendremos que emprender a París, ciudad donde estaremos un par de días para luego embarcar a Holanda y de allí hacia la Argentina, teniendo en cuenta que el pasaje original tenía marcado la ruta: París, Ámsterdam, Buenos Aires. Este tramo adicional y necesario, Roma a París, será realizado con la empresa Vueling, esperamos no tener inconvenientes y poder cumplirlo bien. Será una nueva prueba en el recorrido por Europa.
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  Sin complicaciones ni controles, pude llegar a Roma sin problemas.
  Con el asunto de la pandemia, toda Roma fue liberada al tránsito, es decir, no hay restricciones de tráfico limitado para ingresar en zonas restringidas a los vehículos no autorizados, esa determinación de la comuna permitió circular, sin riesgo de multas, por sitios donde hacía tiempo no podía meterme con el auto o con los minibuses que he manejado en los últimos años.
  Fue sensacional, hermoso poder manejar por el Lungotevere, por las cercanías del Coliseo, Piazza del Popolo, Vía Veneto y el Altar de la Patria en Piazza Venezia, encima con muy poco tránsito por lo que la vuelta por el centro histórico fue bastante rápida. Estacione frente al castel Sant’Angelo y desde allí, arrancó la caminata por las zonas barrocas y renacentistas de la ciudad eterna. 
  Piazza Navona estaba casi vacía, al igual que el Panteon pero se notaba más movimiento que lo visto en la estancia anterior ocurrida a mediados de noviembre, evidentemente hay mayor apertura.
  Varios negocios abiertos, más café y restaurantes dando de beber y comer tanto dentro como en la calle, peluquerías, boutiques, tiendas de regalos y recuerdos, heladerías, en fin, una Roma casi normal salvo por la escasa cantidad de personas recorriendo sus calles, no hay turismo, no están los japoneses siguiendo la banderita de la guía, norteamericanos con dólares, latinos peleando precios, mucho menos chinos (a éstos últimos no los quieren ni ver, ni siquiera mencionar).

  Y al pie del Panteon me di un gran gusto, pedí un Campari con hielo y una rodaja de naranja, papas fritas con olivas y lo disfruté como nunca antes sentado al sol, tranquilo, frente a una de las obras arquitectónicas que más he estudiado en los tiempos universitarios. Un placer que tuvo un singular aditivo porque el camarero resultó ser todo un personaje, un calabrés llamado Rocco, fanático de Maradona, de Boca y enamorado de Argentina, casi se me pone a llorar por la partida del “10”.

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  No me dejaba ir pero ya era tiempo de volver al auto, salir en dirección a Santa María Maggiore, estacionar cerca del hotel y salir a cenar bien temprano porque las trattorias, restaurante y bares, solo pueden atender al público hasta las 18:00 horas, un garrón pero que le vamos a hacer, el decreto dice eso y aquí se cumple la ordenanza al pie de la letra. Pasadas las seis de la tarde, pueden seguir atendiendo pero únicamente con servicio de entrega en el local o te lo envían al domicilio, tristísimo.

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  Igual, saldré a dar una vuelta por Roma, hasta las diez de la noche se puede salir y no pienso quedarme encerrado en el hotel. Tener tan cerca la vía del foro Imperiale, es una tentación irresistible aunque…
   …es  tan  extraño ver  a  Roma sin gente con los famosos monumentos iluminados, tan sólo para los ojos de unos pocos, una injusticia, un sin sabor, rezo a Dios para que esto pase pronto, para que nadie más se enferme, nadie más sufra. Ya ha sido bastante, hay que darle fuerzas a la esperanza, es tiempo de volver a empezar.
Alejandro Maruzzi desde Italia
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Alejando Maruzzi, enviado especial ItM.

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Día 15 – Diciembre 01 2020 De  ROMA a PARIS.

  Sucede que a veces la incertidumbre puede llegar a devorarnos, a promover el freno que inclina la balanza hacia la cautela. Nos faltaba información, sabíamos que debíamos tomar el vuelo de las doce del mediodía y que se trataba del único operando de la compañía Vueling, una línea aérea del grupo British, Iberia y American Airlines, esa era la única información que teníamos, sonaba a poco en tiempos de restricciones aéreas.
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  Por suerte Europa está más organizada que nosotros, devolvimos el auto sin problemas en el parking de Hertz, caminamos hacia la terminal 3 que es la única que funciona en Fiumicino, nos tomaron la temperatura antes de ingresar al nivel de partidas y embarques, completamos una declaración jurada y comenzamos con los trámites habituales de control de equipajes y no pasamos por migraciones, el papel completo con nuestros datos, recién se entregaron al momento de embarcar.
  Todo muy normal, una formalidad protocolar. Ya en vuelo (con avión lleno) la tripulación entregó otro papel para completar muy similar al que ya habíamos hecho en Roma. No hubo otro control, retiramos el equipaje y salimos como si nada.
  Teniendo en cuenta los costos del bus o del tren desde Orly a Paris y comparándolos con el precio de un taxi que te deja en la puerta del hotel con todo el equipaje, decidimos optar por el traslado en auto privado con tarifa fija, si bien es más caro, para una estadía corta de dos días, acelera tiempos, averiguaciones y una caminata con toda la carga. El precio del taxi para transportar hasta tres personas es de 35 euros, cada pasaje de tren vale 12 euros.
  Lo bueno de haber hecho el viaje en taxi es haber tenido la oportunidad de poder ver las calles de la ciudad desde el sur parisino hasta Gard du Nord que es donde se encuentra ubicado el Avalon Suite hotel, además de observar el movimiento vibrante de una metrópoli que aún en plena pandemia, rebosa de gente, autos, bicicletas, motos, monopatines eléctricos; todos los negocios abiertos salvo los bares y restaurantes que ofrecen el despacho y los pedidos de bebidas y comidas desde la puerta, todo lo demás, absolutamente normal, hasta las escuelas están abiertas.

 

  Que se extraña tomarse un cafecito en las mesas redondas cercanas a la opera Garnier o tomarse una buena “Soupe à l’oignon” en Le Marche de la Rue Dunkerque, no hay ninguna duda pero en fin… se compensa con todo lo que París tiene para ofrecer, disfrutar de sus calles y recovecos, las espléndidas tiendas del boulevard Haussmann y Lafayette. 

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  Las chocolaterías trabajando a pleno con esos productos exquisitos, ver como se destacan las mansardas en lo alto de los edificios, las esculturas en bronce iluminadas, la imponente belleza del Louvre y la Rue de Rivoli, los arreglos para la Navidad en las calles, las valerosas torres de la catedral de Notre Dame y los trabajos de reparación en la parte de la nave principal y el ábside tras el incendio, el rio Sena resplandeciente, los transeúntes tan elegantemente vestidos.

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  Podrá haber manifestaciones, sublevaciones, calamidades y epidemias pero Paris está viva y de pie, su gente lo manifiesta en su andar, en esa férrea voluntad de seguir adelante pese a todo, Paris es un llamado a la esperanza. “Liberté, Égalité, Fraternité”, “Libertad, Igualdad, Fraternidad”, es el lema que nació durante la revolución francesa y por lo visto hoy, parece estar muy presente.
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  Mañana será otro día, deseo llegar hasta la Torre Eiffel y el Arco de Triunfo, después ya estaré hecho, compraré un champagne en el super, me sentaré en los jardines del Trocadero y brindaré por la familia, por el amor, por los amigos. Suplicaré al cielo para que toda la malaria se termine de una vez por todas.
Alejandro Maruzzi desde Francia

Alejando Maruzzi, enviado especial ItM.

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Día 16 – Diciembre 02 2020 Recorriendo PARIS.

  Desde las nueve de la mañana hasta las cinco de la tarde, una larga caminata con trayectos en metro para recorrer parte de Paris, una ciudad que sigue en estado de alerta ya sea por el Coronavirus como así también por las amenazas que le llegan a Francia desde enfermizos reductos extremistas islámicos, a lo que se suma la crítica situación diplomática con países del Medio Oriente, África del norte y Turquía; más las protestas locales por temas relacionados con el racismo, la inmigración y la violencia policial, un cocktail explosivo, sin embargo, aquí estamos emponchados y de gira por la ciudad luz.
  Ahora bien, de no ser por los apocalípticos comentarios que salen en los medios de comunicación (y que mucha gente gusta consumir), cualquiera podría establecer que, la diferencia sustancial, en el ir y venir de la gran ciudad, radica en que todas las personas van con su tapaboca o con su barbijo.
  Hay un notable despliegue de fuerzas de seguridad por las calles y en sitios claves como la torre Eiffel, Notre Dame, el palacio de gobierno y las estaciones de trenes, todo lo demás escrito, transmitido y difundido por los medios, parecerían ser parte del argumento de una novela trágica porque aquí, les aseguro, la vida sigue con su ritmo habitual, no niegan la situación, aprendieron a convivir con ella.
  Cuesta también entender lo de la distancia social porque los protocolos, sólo se mantienen por momentos y en algunos casos específicos como el ingreso a los shoppings o a las tiendas, allí hay un auto control lógico, comprensible y aceptado, fuera de eso, una incongruencia palpable, absoluta, bien visible muy especialmente en los subtes de Paris que van llenos y hasta con gente parada; se distingue también en las colas sobre las veredas, en las salidas de los colegios, en las juntadas de conocidos frente a las puertas de los bares y cafés, en los espacios públicos.
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  La verdad, no sé qué sentido tiene restringir la apertura de los restaurantes, de los lugares gastronómicos, podrían habilitarlos con limitaciones en cuanto a la cantidad de personas dentro o fuera del local, establecer horarios u otras formalidades, pero tenerlos cerrados… creo que se trata de una cuestión de imagen, más que un tema de seguridad cívico sanitaria. Con la necesidad de trabajo que hay, no se entiende el cierre gastronómico con el resto de las actividades abiertas y un mundo de gente por las calles.
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   Sospecho que al bueno de Macron, a su gobierno y a las autoridades sanitarias, los van a hacer saltar en breve de sus confortables sillones o al menos, les van a hacer saber, explícitamente, que algo tiene que cambiar.
  Obviamente fuimos a ver la torre, a pasear por Champs Élysées, a comer algo rico en las peatonales del barrio latino y Saint Germain des Prés pero, en lo personal, lo que más me interesaba era volver a ver la Catedral de París, Notre Dame, necesitaba observar con mis propios ojos cómo había quedado después del terrible incendio de abril de 2019 y resultó impactante, conmovedor.
  Todo el perímetro de la catedral se encuentra cercado y se han colocado, a modo de exposición, fotografías de lo sucedido aquel día, de las tareas de remoción de escombros, del comienzo de los trabajos de restauración y clasificación de cada una de las piezas, el salvataje y limpieza de los magníficos vitraux.  
  Una misión complicada, muy delicada, volver a construir un edificio de características góticas francesas tan fuertes y que tuvo fecha de inicio allá por el año 1.163, un enorme desafío, aún con toda la maquinaria y equipamiento moderno. 
  Por fortuna, las dos torres no han tenido daños evidentes en el exterior y se mantienen en buen estado, sin embargo, el resto de la Catedral sufrió muchísimo y el daño es claramente apreciable desde los costados. Según los voceros del gobierno francés, Notre Dame volvería a lucir su imagen exterior histórica recién en 2024 pero los trabajos de restauración completos durarán más de diez años.
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  La temperatura baja considerablemente cuando desaparece el resplandor del sol. Ya en la noche la vida continúa pero con menor intensidad, se encienden las farolas del Boulevard, brilla en lo alto la cúpula de la Basílica del sagrado Corazón de Montmartre tan cercana a mí balcón, las vidrieras de los negocios exhiben con delicadeza las alegorías navideñas y las personas preparan la cena en casa. Mientras tanto, bajaré a caminar un rato, he escuchado a lo lejos una versión de “La vie en rose” en la voz de Edith Piaf. Debo estar soñando y es bueno que eso suceda.
Alejandro Maruzzi desde Francia

Alejando Maruzzi, enviado especial ItM.

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Día 17 – Diciembre 03 2020 Abriendo Puertas.

 

  Pronto terminará éste periplo en tiempos de pandemia, desde París, viajaremos hacia Ámsterdam la capital de Holanda y desde allí, a la Argentina.
  La Rue Magenta empapada por la lluvia, brilla y deja una estela en el trajinar de la gente, en el pasar de los vehículos, en éste comienzo de un día nublado, frio y húmedo. Debo acomodar, sí o sí, mi equipaje que se asemeja a un rejunte anárquico de ropa, bolsas, bolsitas y las pocas cosas que he comprado dado que cualquier objeto, cualquier adquisición por más mínima que sea, representa un costo importante para nosotros, considerando la conversión con nuestra alicaída moneda.
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  Para dar un simple ejemplo, anoche compré algo para comer en el hotel (les recuerdo que los bares y restaurante están cerrados), una baguette de jamón y queso, un pequeño dulce, un croissant y una botella de citrus de un litro, gasté unos diez euros, creo que serían unos mil ochocientos pesos aproximadamente.
  Teniendo en cuenta que habrá que embarcar en otro vuelo y pensar ya en el viaje largo intercontinental, verifiqué la situación de la reserva, los procedimientos actuales para viajar desde Francia y revisar las exigencias de migraciones Argentinas para ingresar al país.
  Todo estaba bajo control y acorde a lo previsto, lo único que se modificó es la reglamentación de ingreso en territorio argentino porque hay dos opciones, llegar y hacer una cuarentena de 14 días o hacerse un test 48 horas antes, en caso de hacerse la revisión médica y que el resultado sea negativo, se puede ingresar sin necesidad de hacer la cuarentena y es lo que hemos hecho.
  Encima y para mejor, el estudio es gratis en Francia porque el ministerio de salud pública francesa lo ofrecer sin ningún costo y en distintos puntos de la ciudad de Paris a todas las personas, sin importar su nacionalidad, si tienen o no cobertura de salud o número de registro sanitario, además, el nuevo sistema es 99% eficaz y el informe se obtiene en tan sólo 15 minutos.

 

  El resultado fue negativo por lo que podremos salir de Francia, viajar a Holanda y volver a Buenos Aires.

 Veo a través de los vidrios llorosos del aeropuerto Charles de Gaulle mucho más que la neblina y el pavimento bañado, veo lo mucho que costó llegar hasta aquí y no lo digo por los precios, lo formulo por las grandes contras que tenía, pues muy pocos creían que se pudiera hacer.

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  Las recomendaciones generalizadas eran para que no viajara, para que modificara la fecha, que no tenía sentido viajar así, que era peligroso, que era un disparate, que me cuidara mucho. Agradezco la preocupación, especialmente la de mi buena madre que aún se sigue preocupando por mí, pero mi mente tenía un camino y estaba decidido a emprenderlo. Trataba de mil formas no contagiarme el miedo, evitar la parálisis que provocan los temores, esa incertidumbre asfixiante siempre a flor de piel y encendida en los labios de los más criteriosos.

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  Los decretos autoritarios de los políticos (mientras ellos se toman los mejores vinos y procuran atornillarse en sus sillones), los edictos de las mentes galenas privilegiadas, la cacería y los controles policiales, los que se llenan la boca hablando de solidaridad y repiten como loros la discursiva gubernamental, los que creen absolutamente todo lo que dicen por la radio y la televisión. Los que se han auto acuartelado alegando que existe un enemigo invisible (el peor enemigo está en tu mente).
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  Creo que lo importante de haber hecho éste viaje es saber que se puede, que es sólo cuestión de dar el primer paso, como los bebés cuando comienzan a soltarse de la mano de sus madres, de sus padres. El Mundo está ahí, frente a uno, simplemente hay que tomar la decisión de encararlo con cuidado, con alegría, con espíritu de aventura, con la constancia del amor que nos sostiene, la fe en lo que cada uno crea y, fundamentalmente, en uno mismo.
Porque la vida es una sola y merece la pena vivirla.
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  Les doy las gracias más sinceras, más sentidas a todas esas buenas personas que me apoyaron y ayudaron con sus mensajes, palabras sencillas que alegraron mi corazón.
  Respeto a los que piensan diferente a mí.

Alejando Maruzzi, enviado especial ItM.

Recorre Italia y Francia y nos cuenta la realidad del día a día en pleno rebrote de la Pandemia.

Día 18 – Diciembre 04 2020 Conclusiones.

  Algunas de las sensaciones que me quedaron de éste viaje en plena pandemia por Europa y vivencias que he intentado experimentar y prestarle mucha atención, es haber podido ver y evaluar ligeramente, de manera directa, la actitud, el enfoque y el desenvolvimiento de las personas en las calles, en la atención dentro de los negocios, dentro de los hoteles, en los medios de transporte y el punto es que no he encontrado una explicación definitiva, existen diversas impresiones que no se diferencian demasiado a las que pueden verse en Argentina o en otras partes de América.

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  No hay un temor exagerado (aunque siempre están los paranoicos), el distanciamiento está marcado más en la cartelera urbana que en la realidad cotidiana, los comentarios entre los pares son en general de protesta, muy marcadamente en los que trabajan dentro el mercado privado, en las empresas, en los cuentapropistas, pero las quejas disminuyen y se amortizan en los comentarios de aquellos que dependen del Estado porque cobran su dinero sin tener que ir a trabajar (un efecto nocivo para la productividad que, extendido en el tiempo, fomenta la vagancia).

  El efecto de la publicidad y comunicación trágica hacen bien su trabajo y cumplen con la misión de mantener apocados a muchos, es que el mayor temor de los políticos parece ser el estallido social, la crítica que podría afectar su voraz apetito electoral, el juicio de los súbditos que, a mi modo de ver, les llegará de cualquier manera en algún momento.  Le han infundido tantas pálidas a la gente que intuyo un final poco feliz, la tropa anestesiada, dejara los miedos de lado, regresará del olvido, de la subestimación y se les revelará.

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  Poco a poco la ciudadanía irá encontrando el equilibrio. El amor y el odio, están a la vuelta de cualquier esquina.
  Lo cierto es que el Mundo sigue girando y los más jóvenes están mostrando esa necesidad de avanzar, es muy probable que tal ímpetu sea porque la perspectiva acerca de la muerte resulte diferente a la de los mayores, ellos ven el fin de sus días como algo distante, como que es una circunstancia alejada de su presente y salvo por accidente o enfermedad sorpresiva, desgraciada, prematura, por lógica, debería ser así. Los adultos vemos más cercano el final del camino y eso, también tiene lógica.
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  De todos modos, recuerdo una frase que dice: “Nadie se muere la víspera, sino el día que le toca”, Esta especie de predicción formulada con carácter genérico afirma que el destino del hombre está en cierto modo predeterminado (Yo no estoy tan convencido pero dejo una ventana abierta).
 
  Como si algo estuviera escrito, aunque no se dice dónde, si en el firmamento, en los astros o en los propios “designios divinos” aunque nadie sepa bien lo que esto significa. Según esta interpretación, a la que el curso de los acontecimientos parece darle un viso de razón, si el destino existe y está determinado, entonces de poco o nada vale preocuparse por él.
  De una forma u otra, lo importante es estar vivos y vivir el presente de la mejor manera posible. 
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  Disfrutar de la familia, de compartir, de estar con amigos queridos, de enamorarse, de sentir el calor del sol en las mañanas, de actos tan simples y profundos como sentarse frente al mar para observar el horizonte.
  Viajar es parte de nosotros, lo hemos hecho desde tiempos remotos y lo seguiremos haciendo más allá de las estrellas, más allá de los sueños.
  Este recorrido me ha servido para ganar algo más de experiencia y resultará muy útil para los próximos programas que se avecinan, para ayudar a la gente que me acompañe.
Alejandro Maruzzi