LA EXIGENCIA DE LA TASA DE TURISMO EN TIEMPOS DIFÍCILES

Uno de los factores que tenemos en cuenta a la hora de decidir qué tipo de viaje vamos a realizar suele ser, además del gusto personal, el gasto que implica el mismo.

  Uno de los factores que tenemos en cuenta a la hora de decidir qué tipo de viaje vamos a realizar suele ser, además del gusto personal, el gasto que implica el mismo. Al organizar nuestra escapada solemos pensar en lo que deberemos pagar por el alojamiento, las comidas, el transporte, visitas a museos, monumentos y otras excursiones, pero quizá no contemos con que en ciertos países o ciudades, se nos obliga a pagar una tasa turística.

  Se supone que la tasa turística es aplicada por gobiernos y ayuntamientos con el fin de contar con un fondo destinado a medidas de preservación, desarrollo y promoción de las infraestructuras y actividades turísticas, por ejemplo, la conservación del patrimonio y la sostenibilidad de la ciudad, entre otros ítems. En este sentido, este impuesto debería retornar de manera visible y positiva tanto para el propio viajero como para la ciudad o territorio y sus habitantes o entorno natural.

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  Vayamos al caso de la aplicación para alojarse en una ciudad. De todos los impuestos que se han puesto en marcha, el más sencillo, el más común por su fácil aplicación, resulta ser la tasa turística por pernoctación, de esa forma, cada persona que se aloje en un hotel, albergue, hostal de una ciudad en la que se aplica la tasa, tendrá que abonar una cantidad fija por cada noche que permanezca en la localidad. La cantidad, el monto o porcentual que se paga dependerá exclusivamente de la ciudad en la que se aplica.

  Otro punto importante, es que este impuesto comunal, está en consonancia con el tipo de establecimiento en el que se alojará el turista, a saber: no se paga lo mismo en un albergue sencillo que en un hotel de cinco estrellas, el valor, va variando según sea la categoría del establecimiento y el pago del mismo se deberá abonar al ingreso o en la factura final.

  El punto es que estos impuestos inicialmente se pagaban casi sin ser advertidos dado que su valor era bajo y la gente aceptaba abonarlos de buen grado, sabiendo que contribuían con la ciudad que los había recibido, pero con el correr de los años, esas cifras fueron subiendo y ya no es un tema menor, se ha convertido en una odiosa obligación que desgasta tanto al pasajero como al encargado de cobrarla porque, convengamos que el hotelero se transforma en un simple cajero involuntario de las arcas comunales y es, en definitiva, el que tiene que poner la cara ante el pasajero.

Tasa de Turismo
Impuesto al pernocte

  La abrupta caída del turismo a nivel mundial a causa de la pandemia ha sensibilizado a todos por igual y cualquier agregado a los costos, significan un contrapunto desagradable. La voracidad de los gobiernos por recaudar no colabora con el renacimiento y la reconstrucción de un mercado deprimido, la aplicación de las tasas de turismo, debería ser, al menos, discutida y las mismas relegadas para cuando la situación regrese a la normalidad. Mucho más cuando existe cada vez más desconfianza en los funcionarios de los distintos gobiernos, cuando no se ven los resultados reales del cobro de impuestos.

  Por un lado te dan la bienvenida, por el otro, te sacan dinero de tu bolsillo. Es al menos un tanto cínico. Y que ni se te ocurra negarte al pago, porque serás denunciado. Sería como si de repente te convirtieses en un enemigo público.

  Al parecer, aquellos que ostentan el poder suelen apartarse del llano, del sentido común, del pensamiento de la gente. Esa actitud soberbia, redundará con el tiempo, en desconfianza, en una especie de desprecio justificado, no sólo por parte de sus propios electores, sino también de una gran mayoría silenciosa que los mira de reojo.

 Alejandro Maruzzi