Sorrento

  La exaltación de la sangre, de la sangre de mis antepasados,  puesto que parte de mi familia materna procede de sus entrañas y cuesta imaginar cómo fue posible que ante tanta belleza, ante semejante sabia armonía entre la tierra y el mar, hayan tenido que marcharse. Han de haber sufrido mucho para tener que escapar de Sorrento, de Italia. Las guerras, los conflictos y la hambruna, han de haber hecho estragos.   Hoy la historia es otra y la ciudad se suma a ese fantástico ramillete de pueblos ribereños que dan marco a la Costa Amalfitana. Llegar a Sorrento es, para quien escribe, el sentimiento de regresar al calor del hogar. Situación que se expande y se percibe en el espíritu, cada vez que llego a Vanzone, a Elba, a Bari… a Italia. No necesito cerrar los ojos para soñar, imaginar y ver a una niña llamada Carmencita comprando pan cerca de la Piazza Torquato Tasso. Ella está ahí, ella está siempre en mi corazón.

  Sorrento se abraza al mar y convive con sus vaivenes desde tiempos lejanos, su nombre sabe a sirena, a la pasión de Odiseo y a leyenda. Su magia encandila al tiempo y derrocha historia por donde quiera que sea, Griegos, Romanos, Sarracenos, Bizantinos, Lombardos, Aragoneses, formaron parte de sus muros, aunque poco o nada queda de ellos, bien sabemos que han estado y que han visto los mismos paisajes que hoy tanto nos conmueven.

  Caminar por sus callejuelas, bajar desde lo alto hasta la Marina, es un enorme placer, un lujo para la vista y un esfuerzo justificado puesto que la serpenteante escalera marca un desafío. Detenerse en el mirador de la Villa del parque Comunal forma parte del recorrido obligatorio, desde allí puede verse la inmensidad del Mediterráneo en toda su dimensión, un sitio romántico e inspirador donde los tonos celestes del mar y del cielo explican la razón de los versos, las promesas de amor, el sentido de la vida.

  Iglesias, capillas, cientos de negocios, bares y restaurantes abundan en la ciudad. El limoncello tentador, los colores fuertes, la pasta humeante, el pescado fresco, los vinos cautivadores, son parte de su mística, de su encanto. Sorrento jamás te defraudará.

Alejandro Maruzzi

  Cómo legar a SORRENTO

  Es posible llegar de varias maneras. Por tren si se llega a Napoli y se conecta con la Circumvesuviana que es una línea que recorre todo el golfo hasta Sorrento, el trayecto normal no debería ser mayor a 60 minutos. También es posible llegar con barco desde el puerto de Nápoles, en una travesía muy pintoresca que no demora más de 20 minutos. Así también en auto o en bus por el camino de la costa.

De Sorrento a los pueblos de la Costa Amalfitana

  Desde Sorrento, podés conectar fácilmente con: Sant’ Agnello, Nerano, Positano, Praiano, Sant’ Agata sui Due Golfi, Furore, Amalfi, Ravello, Minori, Maiori, Vietri sul Mare y muchos otros pueblos más pequeños a lo largo de la costa y la montaña. Sin dudas, alquilar un auto es una buena opción porque te permitirá ir parando donde más te guste con total comodidad. Los miradores esparcidos por el derrotero costero y montañoso son en verdad  sensacionales, ideales para tomar excelentes fotografías.
Por otro lado, las rutas están muy bien señalizadas y no tendrás mayores inconvenientes para llegar a cada uno de los pueblos de la costa Amalfitana desde Sorrento. Aunque hay que reconocer que la vía es estrecha y suele haber bastante tránsito y limitaciones para estacionar. Existen también lugares emblemáticos para visitar, la isla de Capri es uno de ellos, también Ischia y, obviamente, Pompeya y Ercolano más cercanos a Napoli.

Alojamiento en Sorrento 

  Existe una enorme variedad de hoteles, posadas, hostales, residencias, casas vacacionales, bed and breakfast, en la ciudad y cercanías, hay para todos los gustos y en todas las categorías. Hay hoteles de gran lujo, como así también sencillos establecimientos muy agradables para alojarse.

  La Costa Amalfitana es una de las más hermosas maravillas del Mundo que, sin lugar a dudas, merece ser conocida y descubierta.

Alejandro Maruzzi