PUEBLOS DE ITALIA
GESUALDO, un lugar en el mundo.
“Hay muchísimas personas que piensan que somos arquitectos de nuestro propio destino. Yo lo soy”.
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Hay muchísimas personas que piensan que somos arquitectos de nuestro propio destino, a decir verdad y en lo personal, no estoy tan seguro que así sea, puesto que algo de mí me lleva a pensar que podemos y somos capaces de torcer la dirección sobre algunas cosas, de cambiar de rumbo o volver sobre nuestros pasos. Existen condicionantes que colaboran con los resultados finales, con los hechos consumados.
Haber encontrado al pequeño pueblo de Gesualdo no fue por casualidad, o por la gracia divina del destino, podría decirse que es la consumación lógica de una búsqueda añosa y silenciosa, de un periplo tenaz por encontrar el lugar indicado.
Es probable que una parte del hallazgo se deba al deseo de pertenencia, de tener una fracción de tierra propia más allá del horizonte cercano, de volver a las fuentes, aunque no sea precisamente al sitio original, al pueblo genético, tan solo hacer una cabeza de playa sobre un territorio que sirve para evocar la historia de nuestros ancestros, Italia.
También es justificable la razón de haber elegido estos pagos del sur peninsular por estar al alcance de mi presupuesto, de mis posibilidades.
Lo cierto es que los misterios de la fuerza interior que todos llevamos acudieron y sirvieron, en su momento, para decidir y elegir a este lugar maravilloso como punto de referencia en la concreción de los sueños.
Busqué en los libros, en su gente, en sus calles, la historia del pueblo, sus inicios como asentamiento tribal, como parte del generoso paisaje y del camino de la alta Irpinia que llevaba desde las regiones occidentales hacia las orientales de la Puglia.
Un área de tierra fértil capaz de producir todo lo necesario para la vida, hortalizas, olivos, viñedos, frutales, buenos pastizales para el rebaño y excelente agua.
Su estratégica ubicación en altura permitió, de seguro, la construcción de una fortificación lombarda hoy perdida en el pedregal. Muy probablemente su nombre no se deba al reconocido compositor y Príncipe Carlo Gesualdo, sino más bien a un antecesor aguerrido llamado: “el Lombardo Sissualdo”, quien se instala en la zona, allá por el 600 después de Cristo, a fin de defender las posesiones frente al embate del emperador Constante II de Oriente.
De aquel nombre derivarán los siguientes Gesualdos que dominarán no sólo el “borgo Gesualdino”, también lo harán en muchos otros pueblos cercanos.
El pueblo en la colina, el valle y el marco montañoso circundante son pinturas hechas con las manos de la naturaleza, un acuerdo implícito, milenario, entre el hombre y el medio ambiente, el equilibrio de los sentidos.
Taurasi, Frigento, Mirabella Eclano, Rocca San Felice, Guardia Lombardi, Calitri, Venosa, son sólo algunos de los cientos de pueblos cercanos dignos de visitar, fracciones de Italia poco conocidas para el turista internacional, pequeñas reliquias de la historia, el arte, la exquisita enogastronomía, rincones inolvidables para las promesas de amor, se suman a las leyendas de ayer, de hoy y mañana.
Las piedras, las puertas y ventanas, las iglesias, las fuentes, el verdor que pugna por colarse en los pasajes escalonados, los huertos de las casas, los fecundos olivos que brindan frutos, sombra y esperanza, el oro verde de la región, todo eso forma parte de la textura urbana que ronda en armonía al imponente castillo.
Gesualdo, un mi lugar en el mundo
Alejandro Maruzzi
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