Melodías de sangre

Melodías de Sangre

“Carlo Gesualdo, el Príncipe músico y y sus crímenes pasionales”.

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En tren regional, desde Roma hacia el sur, camino a Nápoles y Benevento, más tarde en auto alquilado, hasta el perdido y pintoresco pueblo de Gesualdo, allá enclavado en los montes Irpinos. La larga estadía en el pueblo me permitirá investigar un caso que conmovió a toda la sociedad italiana, a la nobleza y hasta la misma iglesia, allá lejos y hace tiempo, a fines del 1500, el asesinato de María de Avalos, Fabrizio Carafa y la sospecha de haber dado muerte también, a su hijo.

Todo comenzó en 1586 con el casamiento de Carlo Gesualdo, príncipe di Venosa, duque de Conza. Además, el hombre ostentaba estándares altos dentro de la jerarquía nobiliaria y de la santa iglesia católica, puesto que provenía de una familia de gran prestigio, era sobrino nieto del Papa Pio IV y familiar directo de San Carlo Borromeo, arzobispo de Milán e importantísimo reformador de la fe católica, ciudadano de honor en Roma y declarado posteriormente santo.

Su cuerpo se conserva aún hoy incorrupto dentro de la cripta de la gran catedral de Milán. Poderosos pergaminos parentales y herencias contundentes a favor del muchacho… Carlo Gesualdo. Las primeras nupcias son con su prima María, hija del duque de Pescara, según las crónicas de la época, una bellísima mujer, sumamente seductora, en un comienzo, todo parecía estar bien, sin embargo, a los pocos años, ella conoció al joven y apuesto duque de Andría y ahí se complicó todo puesto que surgió un ardiente y secreto romance entre ambos.

La relación avanzó y con el correr de los meses, el vínculo fue cada vez más descuidado y evidente, los rumores comenzaron a correr por la ciudad de Nápoles y tarde, pero seguro, llegaron a los oídos de don Gesualdo.

Fue entonces cuando el príncipe músico ideó un plan para descubrirlos. El 16 de octubre de 1590, Carlo le dijo a su esposa que partiría de caza por unos días pero en realidad, y con la complicidad de sus criados, se escondió dentro de su residencia, el palacio de San Severo di Napoli, esperando el momento justo para sorprenderlos infraganti y así sucedió. Mientras los amantes estaban en pleno acto sexual, él apareció en la habitación con una espada corta y un arma de fuego, a ella la mató salvajemente a puñaladas, a él, de un disparo en la cabeza.

Arrastró los cadáveres ensangrentados hasta la puerta del palacio para que todo el mundo los viera, incluso hay una macabra versión sobre la violación del cuerpo inerte de María de Avalos por parte de un individuo jorobado, algunos relatan que fue un fraile, otros que fue un hombre de la propia servidumbre. Días más tarde, y de forma misteriosa, también aparecería muerto su hijo, varios historiadores mencionan que Gesualdo podría haber puesto en duda la verdadera paternidad y que el niño haya sido realmente de Fabrizio.

La cuestión es que a Carlo lo absuelven de toda culpa y se recluye en su castillo de Gesualdo, muy probablemente por temor a una venganza por parte de las familias de María y del clan Carafa.

Carlo nunca mostró arrepentimiento por los crímenes cometidos, más bien todo lo contrario, veinte años más tarde, encargará el cuadro “El retablo del pérdón”, “ la palla del perdone” para conmemorar la canonización de su tío Carlo Borromeo donde aparecen representados, por orden suya, María y Fabrizio quemándose en el fuego eterno del infierno y él…de rodillas pidiendo el perdón por los crímenes cometidos.

Tanto en el interior del palacio de Nápoles, como por la calles de Gesualdo, la gente alimenta la presencia del fantasma de María de Avalos buscando la redención y a los hombres de oscuro corazón.